viernes, 22 de julio de 2011

Sin argumentos.

¿Y si golpeara la mesa con más fuerza?
Consciente de que no tenía nada que perder, me limitaba a esperar sentada mientras el resto exponía sus quejas.
No me daba miedo explicar mi posición, ni siquiera me preocupaba que pudieran no entenderme. No se trataba de eso. Simplemente estaba convencida de que los hechos terminarían hablando por sí mismos. No creía que necesitaran defensa.

Pero aquel hombre, se levantó haciendo chirriar la silla. Tenía un montón de documentos, años de estudios recogidos en folios Din-A4, frases sin sentido, datos que no dejaban de ser más que números. Millones de estadísticas con las que se sentía capaz de ganar a cualquier otro argumento.
Me daba rabia que el resto se dejara engañar pero yo no tenía datos con los que demostrar nada.
¿ Y si golpeara la mesa con más fuerza?

Comencé entonces a garabatear algo en mi cuaderno.
Era una de esas reuniones en las que en cada sitio alguien ha dejado un botellín de agua, unos bolis, un cuaderno de 4 folios con el logotipo del local donde se celebra y un par de caramelos de piña.
Dejé de escuchar a aquel hombre, convencida de que no me haría cambiar de opinión, pero con la sensación de que el resto, ya estaba convencido, y me dediqué a mirarte sin decirte nada.

En silencio, y aprovechando una pausa para almorzar, abandoné la reunión. En mi lugar dejé una nota.

“Podría golpear la mesa llena de ilusiones y con todos mis argumentos, podría levantarme haciendo caer mi silla contra el suelo, podría hablaros de versos y pensamientos, no soy de números pero creo que las estadísticas están para romperlas, eso lo sé de hace tiempo”.

La votación, la gane yo. Sigo pensando que no necesito argumentos.

Karol Conti.

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