lunes, 11 de julio de 2011

Mes de Mayo.

Abrí la ventana dispuesta a tomar el aire necesario para dar el paso.
No quedaba nada y las cenizas de esa relación, volaron por el cuarto con la suave brisa de un mes de mayo.
Ella no era consciente de que hace tiempo, las cosas no eran igual que antes, quizá su empeño por conservarlo le cegaba, y esta vez, lloró incapaz de impedir que los restos volaran a través de la ventana.
Desde allí arriba, puede ver como aquellos momentos trazaban un camino de recuerdos hacia el pasado y ella comprendió entonces, que lo nuestro hacia tiempo que había terminado.

Las cajas amontonadas en la puerta y junto a una ventana que me empeñaba en dejar abierta, se fueron acumulando con el paso de unos días que me daban la razón en cada una de mis conclusiones, no había terceras personas pero si millones de razones.

Una de esas razones, tuvo nombre y se convirtió en un sueño para cada una de mis noches, en una ilusión convertida en realidad como los espejismos en un desierto. Quise creerme el cuento, quise que ella dejara que yo se lo contara, y quizá dejó que alguna vez mi voz narrara esa historia que yo estaba dispuesta a creer.

Karol Conti

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