sábado, 16 de julio de 2011

Ascensos y descensos.

Demasiado pronto.
Decidió no hacer conjeturas, reprimir su entusiasmo.
Habían sido cuatro días de autentico frenesí, cuatro días en los que, para que negarlo, había vuelto a sonreír.
Pero era momento de parar, de pisar el freno.
Subir aquella colina tan rápido no iba ha hacerle alcanzar el cielo, y sin embargo, temblaba con solo pensar en el descenso.

Demasiado tarde.
Como un montañero en plena excursión, sin cobertura y con la extraña sensación de no ser capaz de construir esa antena con aquella lata de patatas, decidió montar el campamento.
No era el momento de seguir subiendo y desde luego era ya tarde para iniciar el descenso.

El emplazamiento permitía ver todo el valle, la inmensidad de un bosque iluminado por el cálido atardecer de un mes de Julio. Pero permitía también, sentirse tan cerca del cielo, tan cerca de alcanzar la cima, que se convertía en una tentación inevitable.

Karol Conti.

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