sábado, 2 de febrero de 2013

El intercambio

Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel. Me acerco despacio para no despertarle y le acaricio el pelo.
Entonces desaparece, se lo traga el colchón, mi mano permanece inmóvil en la cuna vacía.
Es la tercera vez que le explicó el mismo sueño a mi psicoanalista y la tercera vez que él concluye con un "necesitas un perro".
No entiendo como alguien puede comparar a un niño con un perro o con aquel conejo diminuto que me intento comprar mi hermana aquella tarde.
Lo que necesito es encontrar el momento justo para cambiar de carro al pequeñín de las pecas que cada día observo en el parque.
Karol Conti.

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